Synthesis, vol. 30, no. 1, e128, febrero-julio 2023. ISSN 1851-779X
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Estudios Helénicos

Dosier: Pensar las emociones en la Atenas democrática

Pensar las emociones en la Atenas democrática

José María Zamora Calvo

Universidad Autónoma de Madrid, España
Cita recomendada: Zamora Calvo, J. M. (2023). Pensar las emociones en la Atenas democrática. Synthesis, 30(1), e128. https://doi.org/10.24215/1851779Xe128

el sabio no carece de pasiones, sino que es moderado
en sus pasiones (τὸν σοφὸν ἀπαθῆ μὲν μὴ εἶναι,
μετριοπαθῆ δέ) (D.L. V 31)


En este dossier de la revista Synthesis pretendemos acercar al lector a lo que, desde la perspectiva de la historia de la filosofía antigua, constituyen los aportes al estudio de las emociones en la Atenas democrática. Aunque desde hace algún tiempo los estudiosos de los estudios clásicos, incluyendo a los historiadores de la filosofía antigua, hemos vuelto la mirada a los signos no lingüísticos que atañen a toda comunicación, así como a los diversos soportes materiales de transmisión de una lengua, en la interpretación de las emociones de los antiguos griegos, el lenguaje sigue siendo la fuente primaria de información. Y, atendiendo precisamente a estas evidencias de corte lingüístico, no resulta inoportuno recordar que la palabra inaugural del texto literario más antiguo conservado en Occidente —la Ilíada de Homero— es precisamente el nombre de una emoción: “La cólera, canta diosa, la de Aquiles, el hijo de Peleo” (Μῆνιν ἄειδε θεὰ Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος)” (Il. I, 1).

Las emociones, no hay duda, son un tema de plena actualidad. Durante los últimos treinta años se han erigido en uno de los tópicos centrales de investigación en el ámbito de ciencias como la neurobiología, la psicología y la filosofía, y también de la historia, la sociología y los estudios clásicos, disciplinas, estas últimas, cuya atención no había convocado hasta el momento. De esta tendencia que señalamos da cuenta la ingente bibliografía que se ha publicado, y se sigue publicando, una señal clara de la fecundidad de su ámbito; y es en esa dirección, la de demostrar que abren un paso particularmente privilegiado de acceso a la Antigüedad y a sus textos, en la cual el presente dossier pretende hacer su aportación.

Muchas de nuestras emociones fueron llamadas por los antiguos griegos πάθη, término que algunos prefieren traducir por “afecciones”, porque πάθος significa “todo aquello que nos afecta”, es decir, tiene un sentido más amplio que nuestro vocablo “emoción”. Y, a decir verdad, es difícil acertar con una única acepción que la defina; las diferentes disciplinas trabajan regularmente con distintas concepciones sobre ella.

El llamado giro afectivo en el campo de los estudios de la Antigüedad fue desde un comienzo altamente dependiente de los estudios de la filosofía, ya que los filósofos fueron los primeros en reflexionar sobre el tema. Platón, los estoicos, pero sobre todo Aristóteles —cuyo libro II de su Retórica constituye el primer tratado sistemático sobre las pasiones—, recibieron especial atención por parte de la crítica. El Estagirita define las emociones como “aquello por lo cual [los hombres] cambian y difieren con respecto a sus juicios (πρὸς τὰς κρίσεις), y a las que les siguen pena (λύπη) y placer (ἡδονή)” (Rh. II, 1, 1378a20-23). “Pena” y “placer” no serían, entonces, emociones (πάθη), sino sensaciones (αἰσθήσεις) que acompañan a las emociones, e involucrarían tan solo un proceso físico-corporal, un cambio fisiológico. Se trataría de una reacción que terminará por afectar nuestras opiniones y creencias, pero a partir de la evaluación de un estado de cosas. Su definición insiste en los efectos sobre el juicio, la opinión, porque su interés, en el contexto de un tratado como la Retórica, reside en los mecanismos de la persuasión: de qué modo provocar emociones que dispongan a los otros de una determinada manera para el propio provecho. Atenta como está a las interacciones de los agentes sociales y a la noción de estatus social, la teorización aristotélica se convierte en un punto capital para el estudio de las emociones. El desarrollo de la Retórica se completa con el de la Ética a Nicómaco, especialmente, pero también con el de la Ética a Eudemo; en ambas el Estagirita muestra la especificidad de las pasiones en función de su calidad y sus efectos sobre los otros.

En el marco de estos análisis, nuestro propósito es contribuir al creciente campo de la historia de las emociones en la Antigüedad, que ya constituye una subdisciplina consolidada en la que los estudios originales han inspirado, durante los últimos cuarenta años, un flujo constante de monografías, volúmenes colectivos y artículos. Inaugura esta publicación la contribución de Robert Zaborowski (Academia Polaca de Ciencias), que se centra en el análisis filosófico de los términos placer/gozo y amor/amistad, sitiándolos en los principales contextos semánticos en la lectura del Banquete y la Apología de Jenofonte. En su interpretación, presta especial atención al concepto de jerarquía, entendido como herramienta para elaborar un cuadro complejo de los afectos en estos textos.

La segunda contribución se centra en Platón y su concepción de la valentía (ἀνδρεία), considerada una emoción en tanto se relaciona con la confianza (θάρσος) y una correcta gestión del temor (φόβος). Aunque habla acerca de ella desde el primero de sus diálogos, la Apología, hasta su último escrito, las Leyes, la de su sentido aparece por primera vez y de modo más desarrollado en la segunda mitad del Laques, volviendo a aparecer en el Protágoras (329e, 350c), el Gorgias y el Menón (88d, en la República (375a-ss, 410d) y, por último, en las Leyes (696b-c, 963e). Se trata de su tratamiento en múltiples contextos, con diferentes interlocutores y diversos objetivos, dando lugar a múltiples enfoques, los que Javier Aguirre y Jonathan Lavilla (Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea) retoman y analizan para elaborar una construcción lo más completa posible de lo que Platón concebía por valentía. Sócrates presenta la valentía como una parte de la virtud, particularmente ligada a la sabiduría, lo que explica y justifica su actitud ante la justicia y la verdad.

En los denominados “diálogos eróticos”, nos referimos al Banquete y el Fedro, Platón responde a la pregunta de por qué el deseo erótico puede desempeñar una función epistémica, estableciendo una fuerte interconexión entre el deseo erótico y la belleza, “la más claramente visible y la más amada” (Fedro 250e1) de las Ideas. A partir de estos textos, el artículo de Laura Candiotto (Universidad de Pardubice) ofrece un enfoque novedoso que permite observar a Platón desde el pasaje 72e3-77a5 del Fedón, con el objetivo de explorar la función epistémica del deseo erótico en relación con los argumentos de la deficiencia y de la afinidad. El deseo erótico del filósofo se activa al reconocer vestigios de las Ideas, algo de lo que carece el mundo material, y con lo que, sin embargo, su alma está familiarizada. Este deseo de las Ideas desencadena el proceso de la anámnesis y, de este modo, el deseo erótico obtiene un papel decisivo en la adquisición del conocimiento. En la sección final de su artículo, Candiotto destaca la relevancia contemporánea de la epistemología platónica.

El pormenorizado análisis de las pasiones como instrumentos de persuasión que compone el Estagirita en el libro II de la Retórica se considera habitualmente la fuente principal para reconstruir el complejo rompecabezas que constituye la teoría aristotélica de las emociones. Menos atención ha recibido, sin embargo, el libro III, dedicado a la expresión lingüística del discurso (λέξις) y al orden de sus partes (τάξις), es decir, a la manera concreta de instrumentar el uso de las emociones y los mecanismos psicológicos que conciernen a la persuasión, como la mímesis y la empatía. A salvar esta falta viene el trabajo de Cristina Viano (Centro Léon Robin del CNRS), que demostrará que el análisis diversificado del factor emocional en las distintas partes del discurso no solo complementa la “retórica de las pasiones” del libro II, sino que también permite ofrecer una mejor comprensión de la estructura de la propia Retórica, además de poner de manifiesto que el tema de las pasiones puede considerarse uno de los hilos conductores de la totalidad del tratado.

En su teoría sobre las sediciones y cambios políticos, Aristóteles califica peyorativamente a los demagogos. Rubén Álvarez Arias (IES. Montevil de Gijón, Asturias/Universidad Autónoma de Madrid) sigue el rastro de los actos políticos llevados a cabo por estos agitadores, que coincide con determinados dispositivos retóricos, particularmente la διαβολή, que conduce a dos prácticas o destrezas distintas, una práctica y otra productiva, sin el conocimiento de las causas propias del arte e inferiores a este. Juzgados desde esta doble perspectiva técnica, los demagogos se ganan la confianza de parte del auditorio con el odio, pero resultan ellos mismos odiosos, por arruinar la confianza natural de la comunidad cívica y del alma que procura restablecer el arte política y retórica desplegadas por la filosofía.

En el artículo de mi autoría (José María Zamora Calvo, Universidad Autónoma de Madrid) examino la integración de la teoría de las emociones en Plotino, a partir de su rehabilitación del órgano sensorial. De acuerdo con su perspectiva neoplatónica, el alma es perturbada por la abundancia de sensaciones y las emociones son actividades del alma, que se experimentan cuando esta se da cuenta de los estados del cuerpo. Pero, al igual que en el caso de la sensación, el alma no se ve afectada por las emociones del cuerpo. Para vivir de manera virtuosa, según Plotino, el alma conoce de qué manera ha de domeñar los afectos irracionales provenientes del cuerpo, ejerciendo el nivel intelectivo del alma un control total de las emociones. El πάθος no debe extirparse, sino moderarse, es decir, examinarse mediante la deliberación, ya que la virtud es una disposición que es objeto de una elección deliberada. Aquí radica el núcleo de la tesis sobre la emoción, que extiende la reflexión de este volumen, más allá de los confines de la Atenas democrática, pero con una lectura deudora del pensamiento platónico.

Este dossier forma parte de los resultados del proyecto “Pensar las emociones en la Atenas democrática: diálogo entre la comedia y la filosofía”, desarrollado en el Departamento de Filosofía de la UAM, financiado por el Programa LOGOS de Ayudas a la investigación en Estudios Clásicos. El editor está muy agradecido a la Fundación BBVA y a la Sociedad Española de Estudios Clásicos por la ayuda que hizo posible el proyecto y a los otros IPs de cada uno de los otros tres proyectos que apoyaron el desarrollo de la investigación y sus eventos: Javier Aguirre (UPV/EHU), Francesc Casadesús (UIB), Marco Antonio García Quintela (USC).

Por último, quisiéramos expresar nuestro agradecimiento al Consejo Editorial de la revista Synthesis por acoger este dossier y al Centro de Estudios Helénicos, especialmente a su directora Claudia N. Fernández, por su asesoramiento y apoyo, así como al equipo técnico, por todo su riguroso trabajo de maquetación y unificación de estilo.

Nota al texto:

Para el presente volumen, Manon Ertola Urtubey ha traducido al español “Xenophon on Emotions in the Symposium and the Apology” (Eos 107, 2020, 45-58) de Robert Zaborowski; “The Divine Feeling: the Epistemic Function of Erotic Desire in Plato’s Theory of Recollection” (Philosophia 48, 2020, 445–462) de Laura Candiotto; y “Les émotions au tribunal: théorie et mode d’emploi (Aristote, Rhet. III)” (Antiqvorvm Philosophia 11, 2017, 77-92) de Cristina Viano.

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