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Bilis yámbica. Fisiología de la poética de invectiva
Resumen: Desde el origen del género, el ψόγος de la poesía yámbica en la Grecia arcaica se asoció llanamente con el propio temperamento del poeta y, en ocasiones, se comparó su mordacidad con la virulencia de un animal ponzoñoso. Poco a poco, esta caracterización fue aproximándose a lo que podríamos denominar una “fisiología del género poético”, es decir, la subordinación de la obra al temperamento colérico del poeta, lo cual encontrará posteriormente sustento en la teoría hipocrática de los humores. El presente artículo se propone indagar en los poemas de Arquíloco de Paros (VII a. C.) e Hiponacte de Éfeso (VI a. C.) y en los textos de sus respectivas tradiciones biográficas los modos en que se traza la representación fisiológica de la yambografía griega arcaica.
Palabras clave: Arquíloco, Hiponacte, yambo griego arcaico, invectiva, bilis.
Iambic Bile. Physiology of the Invective Poetics
Abstract: From the origin of the genre, the ψόγος of iambic poetry in archaic Greece was associated with the poet's own temperament and, at times, its mordacity was compared to the virulence of a venomous animal. Little by little, this characterization approached what we could call a "physiology of the poetic genre", that is to say, the subordination of the work to the poet's choleric temperament, which would later find support in the Hippocratic theory of humors. The present article aims to investigate in the poems of Archilochus of Paros (VII B.C.) and Hipponacte of Ephesus (VI B.C.) and in the texts of their respective biographical traditions the ways in which the physiological representation of archaic Greek iambography is traced.
Keywords: Archilochus, Hipponax, Ancient Greek Iambus, Invective, Bile.
1. Tradición biográfica y suicidio
La poética de invectiva yámbica, que tuvo sus orígenes en Jonia durante el período arcaico, aparece signada por un hado trágico. En efecto, los diversos relatos biográficos acerca de Arquíloco de Paros (s. VII a. C.) y de Hiponacte de Éfeso (s. VI a. C.), principales referentes de este género poético, nos informan que las víctimas que sufrieron las venenosas invectivas de estos poetas terminaron finalmente quitándose la vida.
Con respecto a Arquíloco, por ejemplo, los relatos tradicionales afirman que Licambes, un noble de Paros y amigo del padre del poeta, Telesicles,1 había comprometido en matrimonio a una de sus hijas, Neobule, con Arquíloco. Sin embargo, tras arrepentirse de su decisión, el padre de la joven desestimó su juramento y rompió el compromiso. Furioso por semejante humillación, el poeta tramó su venganza y compuso invectivas yámbicas contra Licambes y sus hijas. De acuerdo con esta tradición, la ferocidad del ataque fue de tal magnitud que condujo a la familia de los licámbidas a tomar la drástica decisión de suicidarse por la vergüenza del escarnio público.2
En relación a Hiponacte, la tradición afirma que su fealdad era notable y que los hermanos y escultores Búpalo y Atenis hicieron una imagen suya ridiculizándolo y la expusieron durante el transcurso de unas Olimpíadas. En venganza, el poeta destiló sobre ellos el veneno de sus yambos hasta tal punto que la deshonra también condujo a estos hermanos a tomar la decisión de ahorcarse.3
El mismo desenlace fatídico que aquejó a las víctimas de los yambos literarios parece haber formado parte también de la narrativa en los orígenes de este género poético. Un escolio al tratado métrico de Hefestión (p. 281.2.8 Cons.) y un comentario de Eustacio de Tesalónica a Odisea 11.277 sugieren la existencia de al menos un relato acerca de la mítica Yambe, personaje epónimo del yambo, en el que ella misma termina ahorcándose por los insultos y los ultrajes recibidos.4
De más está decir que las sospechas acerca de la veracidad del fatídico final de las víctimas de los yambos de Arquíloco e Hiponacte son demasiadas. La crítica moderna ha argumentado que desde la Antigüedad la tradición biográfica de estos poetas se forjó a partir de una lectura literal y deliberada de los episodios que narran los mismos poemas. Esta asociación entre los textos poéticos y la vida de sus autores buscó delinear un perfil determinado del yambógrafo y de sus víctimas.5 Por otro lado, se ha argumentado también la posibilidad de que ese “yo” que aparece inscripto en el poema sea una primera persona ficcional o estereotipada,6 razón por la cual sería impropio restringir la narración y los personajes que aparecen en los poemas a personas y a hechos históricos y reales.
Nuestra aproximación parte de considerar que los relatos transmitidos por la tradición biográfica acerca de la vida de Arquíloco y de Hiponacte se basan en lecturas e interpretaciones realizadas sobre los mismos poemas y en diversas tradiciones orales que fueron delineando relatos similares con respecto al destino trágico de quienes eran alcanzados por los yambos.7 A razón de esto, en este artículo nos proponemos analizar la forma en que la tradición biográfica de estos poetas atribuyó a la invectiva y al yambo, en tanto género poético, la capacidad de hacer que aquellas víctimas en las que se inoculaba el veneno destilado en los poemas decidieran quitarse la vida.
En este sentido, es de utilidad el concepto de “iambic script” acuñado por Andrea Rotstein (2010, pp. 12-13) para abordar determinados patrones narrativos en la poesía yámbica. Esta autora señala que, al mencionar, por ejemplo, a Neobule, a Licambes o a Búpalo, las víctimas por antonomasia de las invectivas de Arquíloco e Hiponacte, probablemente se disparara en el auditorio el script “ofensa–ataque poético y venganza–suicidio”:
From the Hellenistic period on, biographical information about Archilochus and Hipponax became available to audiences through commentaries and perhaps vitae. This information was part of the background against which references to the iambic poets, as well as iambic poetry itself, were interpreted. For example, mentioning Neoboule, Lycambes, or Boupalos, prototypical targets of invective by Archilochus and Hipponax, most probably triggered among audiences the script of ‘offence–poetic attack and revenge–suicide’ schema, which I denominate the ‘iambic script’. (Rotstein, 2010, p. 12)
El concepto de “iambic script” nos permite conjeturar además la posibilidad de que este patrón de lectura no solo incidiera en la recepción de los poemas, sino que también operara en las instancias de producción de comentarios como los escolios o de relatos biográficos de estos poetas, aportando nuevas vinculaciones entre la obra y la vida o realizando nuevas interpretaciones de los poemas. En otras palabras, el patrón “ofensa–ataque poético y venganza–suicidio” podría haber sido bastante productivo en la lectura biográfica de los poemas y en la creación de relatos sobre la vida de los yambógrafos arcaicos, lo cual culminaría en una retroalimentación mutua entre “vida” y obra.
Por cierto, la tradición biográfica hizo una proyección del género yámbico en estrecha relación con la ira y la búsqueda de venganza personal por parte del poeta tras haber sufrido algún tipo de ofensa o injusticia. Esta tradición destaca, sobre todo, la capacidad de la poética yámbica de impulsar a las víctimas a cometer suicidio para escapar del hostigamiento del escarnio público y del estigma que esto representaba. En cierta forma, se podría decir que al igual que una serpiente inocula el veneno en su presa, el poeta propaga a través del yambo la bilis en su víctima. Tal como lo plantea Hawkins (2016, pp. 310-29), la bilis o el líquido biliar nos permite pensar en términos propiamente fisiológicos la ira contenida internamente y diseminada a través del yambo en la víctima. Precisamente, en los siguientes apartados nos proponemos definir a la tradición yámbica de la Grecia arcaica como una poética de la bilis.
2. La bilis yámbica
El registro más antiguo que se tiene del término bilis (χολή) en sentido estrictamente fisiológico aparece en un fr. 234 W. de Arquíloco: χολὴν γὰρ οὐκ ἔχεις ἐφ' ἥπατι (“porque no tienes bilis en el hígado”).8 En este verso el término χολή refiere claramente a la bilis en tanto líquido fisiológico producido en el hígado y, en alguna manera, se contrapone al sustantivo χόλος -atestiguado ya en la épica- que también refiere a la bilis, pero en este caso como el sentimiento de ira o cólera.
De cualquier modo, si bien χολή designa en un principio un fluido corporal y χόλος un estado emocional, ya en época arcaica el campo semántico de ambos términos se superpone, y en ciertas ocasiones llegan a significar lo mismo. Así, por ejemplo, χολή puede denotar metafóricamente la disposición colérica, y el empleo de χόλος, aunque raramente en un sentido físico, deja entrever en algunas ocasiones que el temperamento de ira que expresa depende de alguna manera de ciertos fluidos corporales.9
El término χόλος, denotando su especificidad anímica o emocional, aparece en diversos pasajes de la épica hesiódica. En Teogonía 221, por ejemplo, al hablar de las Moiras y las Keres, hijas de la Noche, Hesíodo dice que estas divinidades nunca desisten en su terrible cólera antes de castigar a quien comete delitos: οὐδέ ποτε λήγουσι θεαὶ δεινοῖο χόλοιο, / πρίν γ' ἀπὸ τῷ δώωσι κακὴν ὄπιν, ὅστις ἁμάρτῃ (“Nunca cejan las diosas en su terrible cólera antes de aplicar un amargo castigo a quien comete delito”).10 Y en Teogonía 615 señala que nadie, ni siquiera Prometeo, puede escapar a la terrible cólera de Zeus: οὐδὲ γὰρ Ἰαπετιονίδης ἀκάκητα Προμηθεὺς / τοῖό γ' ὑπεξήλυξε βαρὺν χόλον, (“Pues ni siquiera el Japetónida, el remediador Prometeo, logró librarse de su terrible cólera”).11
Por su parte, en la épica homérica hay infinidad de pasajes en los que se emplea el término χόλος en la acepción de sentimiento o estado emocional de cólera. Uno de los más interesantes es Ilíada XVI.203, puesto que entraña cierta ambigüedad semántica. Allí, Aquiles, tras entregarle su propia armadura y autorizar a Patroclo a unirse a los aqueos en la batalla, reúne a los mirmidones y los arenga antes de que se dirijan al combate. Su discurso se inicia recordándoles cómo ellos lo censuraban a causa de su ira diciendo: σχέτλιε Πηλέος υἱὲ χόλῳ ἄρα σ' ἔτρεφε μήτηρ, / νηλεές, ὃς παρὰ νηυσὶν ἔχεις ἀέκοντας ἑταίρους· (“¡Obstinado hijo de Peleo! ¡Con hiel te crió tu madre, cruel, / que junto a las naves retienes a tus compañeros sin querer!”).12 En estos versos, el término χόλος (traducido como “hiel” por Crespo Güemes), refiere al temperamento colérico de Aquiles, pero al mismo tiempo este temperamento depende de la nutrición (ἔτρεφε) que recibió el hijo de Tetis a través de la leche materna.13 Por lo cual, si bien la expresión “tu madre te nutrió con hiel” debe entenderse metafóricamente, no deja de insinuar la subordinación de la constitución emocional de Aquiles a un fluido fisiológico.14
Un pasaje muy esclarecedor es Ilíada I.223-225, puesto que se vincula con el tema central del poema homérico, es decir, la μῆνις del Pelida Aquiles. Precisamente, en la escena del enfrentamiento entre Aquiles y Agamenón, el aedo cuenta que el hijo de Peleo, aconsejado por Atenea, guarda su espada y sin deponer en lo más mínimo su cólera (χόλοιο) responde al Atrida: Πηλεΐδης δ' ἐξαῦτις ἀταρτηροῖς ἐπέεσσιν / Ἀτρεΐδην προσέειπε, καὶ οὔ πω λῆγε χόλοιο·/ οἰνοβαρές, κυνὸς ὄμματ' ἔχων, κραδίην δ' ἐλάφοιο (“El Pelida de nuevo con dañinas voces / habló al Atrida y no depuso aún la ira: / ¡Ebrio, que tienes mirada de perro y corazón de ciervo!”).15
Lo interesante de este pasaje no es tanto el empleo de χόλος, que aparece como sinónimo de μῆνις en la expresión de un estado emocional, sino un escolio a la respuesta de Aquiles. El comentarista afirma lo siguiente: λέγεται καρδίαν μὴ ἔχειν τὸ ἐλάφιον, μᾶλλον δὲ χολὴν οὐκ ἔχειν ἐν τῷ ἥπατι περικειμένην ἡ ἔλαφος (“Se dice que el ciervo no tiene corazón, pero en realidad lo que no tiene es bilis en torno a su hígado”) (Schol.Il. 1.225.d.1).
Es evidente que para Aquiles el punto de comparación entre Agamenón y el ciervo es la cobardía. Al carecer de corazón es imposible que la ira se apodere de él. Sobre el mismo punto estriba la observación del comentarista del pasaje, sin embargo, él parece buscar una respuesta más cercana a la explicación fisiológica, probablemente difundida hacia su época, el ciervo no se encoleriza nunca porque carece de χολή (líquido biliar, productor de la cólera) en su hígado.
Esta es precisamente la acepción con que Arquíloco emplea la palabra en el fr. 234 W. Se podría pensar entonces que en este yambo χολή o bien es utilizado de manera metafórica en alusión a la cólera, o bien realmente ya se creía que la carencia de bilis en el cuerpo implicaba la falta de enojo o ira, y a raíz de esto la insuficiencia de valor o directamente la cobardía. En cualquiera de los dos casos, el fr. 234 W. de Arquíloco es nuestro primer testimonio de que el hígado y el líquido fisiológico que este produce se relacionan con el sentimiento de cólera, más precisamente, es el órgano donde ese sentimiento tiene su origen y se disemina por todo el resto del cuerpo generando una reacción hacia afuera del mismo, en la mayoría de los casos de manera violenta.
Por consiguiente, acerca de los estados emocionales de ira y cólera, tanto el escoliasta del pasaje de Ilíada como Arquíloco tienen una mirada más fisiológica que la que podemos descubrir en la épica. Pero, junto a χολή, Arquíloco también emplea el participio χολούμενος (del verbo χολόω), que, al igual que en la épica, se utiliza para denotar el estado emocional, sin ninguna alusión a lo fisiológico: τίς ἆρα δαίμων, καὶ τέου χολούμενος (“¿Qué divinidad y encolerizado con quién?”) (Arquíloco fr. 210 W.). Es posible observar, por lo tanto, que en la misma obra del poeta pario se da la distinción entre χόλος, como estado emocional, y χολή, como líquido biliar.
La referencia concreta a lo fisiológico a través de χολή no es, por otra parte, sorprendente en la yambografía arcaica. A diferencia del intangible y etéreo χόλος de la épica, el yambo arcaico remite siempre a procesos fisiológicos como la ingesta, la digestión, la excreción y, por supuesto, lo sexual sin emplear eufemismos.
En este sentido, Hiponacte presenta un abanico mucho más amplio con respecto a estos procesos corporales y fisiológicos. En el fr. 78 Dg., por ejemplo, se describe a un personaje que se llena la boca de moras y se embadurna la cara con su jugo, luego “escupe” (ἐπιπτύσας) varias veces, y finalmente “se masturba” (ἐδέψατο); en el fr. 79 Dg., un personaje literalmente “se caga encima” (ἐνετίλησε); en el fr. 129 Dg., a un tal Sano, satirizado por su gula, se le recomienda tener cuidado con la forma en que traga porque puede darle “un dolor de tripas” o “diarrea” (γαστρίη). En fin, del mismo modo que sucede posteriormente en la comedia, son múltiples las referencias risibles a los procesos fisiológicos del cuerpo humano que aparecen en el yambo arcaico.
En Hiponacte también encontramos un fragmento en el que se emplea el término χολή en el sentido de líquido biliar: ὤμειξε δ' αἷμα καὶ χολὴν ἐτίλησεν·/ ἐγὼ δε [ ] οἱ δέ μεο ὀδόντες / ἐν ταῖς γνάθοισι πάντες ἐκκεκινέαται (“meó sangre y cagó bilis, / pero yo (…) y todos los dientes / en mi mandíbula han sido removidos”) (Hiponacte fr. 73.3-5 Dg.). El acto escatológico que se describe en este fragmento sería consecuencia de los golpes que recibió un personaje tras una reyerta con el narrador, quien, a su vez, ha quedado con los dientes flojos.
3. La bilis en la tradición biográfica
Los pasajes que hemos visto hasta el momento no permiten, obviamente, establecer algún tipo de vínculo entre la bilis y este género poético, nuestra intención ha sido simplemente indagar aquellos pasajes en que los términos χόλος y χολή aparecen en los yambos de Arquíloco e Hiponacte y contrastar su empleo con el de la poesía épica.
La tradición biográfica de estos poetas suele interpretar, sin embargo, la yambografía arcaica como una poética de la ira y describir la agresividad del poeta en términos fisiológicos. El primer ejemplo que podemos observar es la Pítica 2.52-56 de Píndaro, en donde, si bien no aparece ni el término χόλος ni χολή, hay una clara caracterización de los yambos de Arquíloco como poética de la cólera:
ἐμὲ δὲ χρεών
φεύγειν δάκος ἀδινὸν κακαγοριᾶν.
εἶδον γὰρ ἑκὰς ἐὼν τὰ πόλλ' ἐν ἀμαχανίᾳ
ψογερὸν Ἀρχίλοχον βαρυλόγοις ἔχθεσιν
πιαινόμενον· (Píndaro, Pítica 2.52-56)
Y es necesario que evite el profundo mordisco de las calumnias, porque he visto, manteniéndome alejado, muchas veces en la impotencia cebarse al denigrante Arquíloco con odios insultantes.
Tempranamente, Píndaro ya nos presenta una analogía fisiológica de la poesía yámbica ligada indisolublemente al temperamento del poeta. En su oda, Arquíloco es retratado como un animal colérico que engorda en su impotencia y odio, y lanza feroces mordiscos a través de sus invectivas yámbicas.
Es en el período helenístico, sin embargo, cuando aparece el humor biliar del poeta relacionado de manera explícita con la invectiva yámbica. Y es precisamente Calímaco de Cirene (s. III a. C.), gran conocedor de los yambógrafos arcaicos, quien afirma sin ambages que la boca de Arquíloco destila veneno: εἴλκυσε δὲ δριμύν τε χόλον κυνὸς ὀξύ τε κέντρον / σφηκός, ἀπ' ἀμφοτέρων δ' ἰὸν ἔχει στόματος (“y absorbió [Arquíloco] la agria bilis del perro y el agudo aguijón / de la avispa, y posee de ambos el veneno de su boca”) (Calímaco fr. 380 Pf.).
En este fragmento, el poeta cirenaico vincula la poesía yámbica de Arquíloco con el veneno que recorre su cuerpo tras haber absorbido la bilis (χόλον) del perro -insinuado en el pasaje de Pítica- y del aguijón de la avispa.16
Otro testimonio de mucha importancia entre los relatos biográficos que derivan el género poético del veneno ponzoñoso de los poetas aparece en el comentario de Eustacio a Odisea 11.277:
Ἰστέον δὲ ὅτι πολλῶν προσώπων ἁψαμένων βρόχους ἐπὶ λύπαις ἔπαθον οὕτω κατὰ τὴν παλαιὰν ἱστορίαν καὶ οἱ Λυκαμβίδαι ἐπὶ τοῖς Ἀρχιλόχου ποιήμασι, μὴ φέροντες τὴν ἐπιφορὰν τῶν ἐκείνου σκωμμάτων. ἦν γὰρ ὁ ἀνὴρ δεινὸς ὑβρίζειν. ὅθεν καὶ παροιμία ἐπὶ τῶν οὕτω σκώπτειν εὐφυῶν τὸ, Ἀρχίλοχον πεπάτηκας, ὡς εἴ τις εἴπῃ, σκορπίον ἢ ὄφιν ἢ κακὴν ἄκανθαν. (Eust. ad Od. 11.277 =1684.43 Stallbaum)
Es necesario saber que muchas personas se han atado el lazo [al cuello] por penas que sufrieron, así lo hicieron también, según el relato antiguo, las hijas de Licambes a causa de los poemas de Arquíloco, ya que no pudieron soportar la embestida de sus burlas. El hombre era, por cierto, terrible en sus ultrajes, y por eso “has pisado un Arquíloco” es un proverbio con referencia a los que son expertos en tales burlas, como si se dijera has pisado un escorpión o una serpiente o una espina dolorosa.
Este pasaje de Eustacio nos recuerda antiguos relatos que circulaban -probablemente ya desde época arcaica- acerca de la muerte de las licámbidas a raíz de los yambos del poeta de Paros. También nos trae la noticia de un antiguo proverbio popular en el que se hace una analogía entre las invectivas yámbicas de Arquíloco y la herida virulenta que puede provocar pisar desprevenidamente a un animal venenoso como una serpiente o un escorpión. Dentro de este contexto de semejanzas entre el veneno destilado por los animales y aquel destilado por el yambo, es interesante el empleo del compuesto ἐπιφορά para referirse a las burlas de Arquíloco, que si bien significa “ataque repentino; embestida”, a partir del s. IV a. C. se utiliza en algunos tratados médicos y en otros tipos de escritos con el significado de “fluxión o deflujo de humores mórbidos”, es decir, la acumulación patológica de líquidos en el organismo, que bien podría relacionarse con la hinchazón y la supuración provocada en el cuerpo por el veneno de las víboras o de los escorpiones.17
Dentro de la conformación de esta tradición biográfica sobre los yambógrafos arcaicos, hay que tener presente también una serie de epigramas funerarios conservados en la Antología griega que refieren a la mórbida infección que provocan los yambos de estos poetas. En el primero de ellos, atribuido a un epigramista llamado Getúlico, se afirma que Arquíloco fue el primero en embeber la punzante musa -en referencia al yambo-18 en la “ofídica bilis” (ἐχιδναίῳ χόλῳ), y se lo acusa de haber manchado el Helicón con la sangre de las hijas de Licambes. En los versos finales, se exhorta al viajero que pase en silencio para no excitar a aquellas avispas que moran en su tumba:
Σῆμα τόδ' Ἀρχιλόχου παραπόντιον, ὅς ποτε πικρὴν
μοῦσαν ἐχιδναίῳ πρῶτος ἔβαψε χόλῳ
αἱμάξας Ἑλικῶνα τὸν ἥμερον. οἶδε Λυκάμβης
μυρόμενος τρισσῶν ἅμματα θυγατέρων.
ἠρέμα δὴ παράμειψον, ὁδοιπόρε, μή ποτε τοῦδε
κινήσῃς τύμβῳ σφῆκας ἐφεζομένους. (Antología griega 7.71)
Esta tumba junto al mar es de Arquíloco, el primero
que impregnó la punzante musa con bilis de víbora,
manchando con sangre el suave Helicón. Lo sabe Licambes,
derramado en lágrimas por los lazos de sus tres hijas.
Pasa en silencio, viajero, para no agitar
a las avispas que se asientan en su tumba.
El juego alegórico entre la invectiva yámbica de Arquíloco y la bilis de animales venenosos insuflada en sus víctimas es bastante elocuente en este poema. En esta misma línea, cuya autoría se atribuye a Justino, resalta nuevamente “la amarga o punzante bilis de la lengua de Arquíloco” (Ἀρχίλοχος […] πικροχόλου στόματος), y, en concordancia con el epigrama de Getúlico, también le atribuye al género yámbico la capacidad de haber inducido al suicidio a las hijas de Licambes (en este caso, dos hijas):
Κέρβερε, δειμαλέην ὑλακὴν νεκύεσσιν ἰάλλων,
ἤδη φρικαλέον δείδιθι καὶ σὺ νέκυν·
Ἀρχίλοχος τέθνηκε· φυλάσσεο θυμὸν ἰάμβων
δριμὺν πικροχόλου τικτόμενον στόματος.
οἶσθα βοῆς κείνοιο μέγα σθένος, εὖτε Λυκάμβεω
νηῦς μία σοι δισσὰς ἤγαγε θυγατέρας. (Antología griega 7.69)
Cerbero, que arrojas tu terrible ladrido entre los muertos,
ahora también tú deberás temer una sombra horrible:
Arquíloco está muerto. Mantente en guardia contra el ímpetu de los yambos
que lo agrio de su punzante y biliosa lengua engendra.
Tú ya conoces la poderosa potencia de su grito, desde que de Licambes
un solo bote condujo hasta ti a sus dos hijas.
Es interesante que en este poema lo bilioso no provenga ya de un animal agresivo y peligroso, sino que la bilis está en la propia lengua del poeta. Incluso, el único animal que se nombra en este poema es Cerbero, custodios de las puertas del Hades, y es él quien en realidad debe temer y cuidarse del veneno que destilan los yambos de Arquíloco ahora que ha muerto.
En la Antología griega se han conservado además epigramas funerarios que emulan epitafios en la tumba de Hiponacte. En el primero de ellos, atribuido a Filipo de Tesalónica, la inscripción en lápida exhorta al extranjero a seguir su camino sin detenerse para no despertar a la avispa que yace allí dormida:
Ὦ ξεῖνε, φεῦγε τὸν χαλαζεπῆ τάφον
τὸν φρικτὸν Ἱππώνακτος, οὗ τε χἀ τέφρα
ἰαμβιάζει Βουπάλειον ἐς στύγος,
μή πως ἐγείρῃς σφῆκα τὸν κοιμώμενον,
ὃς οὐδ' ἐν Ἅιδῃ νῦν κεκοίμικεν χόλον
σκάζουσι μέτροις ὀρθὰ τοξεύσας ἔπη. (Antología griega 7.405)
Extranjero, huye de la tumba que lanza versos como granizo
la espantosa [tumba] de Hiponacte, cuyas cenizas aún
arrojan invectivas yámbicas contra el abominado Búpalo.
No despiertes a la avispa dormida,
que ni siquiera ya en el Hades ha puesto a dormir su bilis
disparando certeramente sus versos en metros rengos.
La bilis (χόλον) aparece nuevamente de manera explícita en este poema y refiere de manera ambigua tanto al líquido biliar de la avispa, como a la ira o cólera que entraña la invectiva en los coliambos hiponacteos.
En un segundo epigrama de la antología, cuya autoría pertenece a Leónidas de Tarento, la avispa también es el animal elegido para representar al poeta de Éfeso:
Ἀτρέμα τὸν τύμβον παραμείβετε, μὴ τὸν ἐν ὕπνῳ
πικρὸν ἐγείρητε σφῆκ' ἀναπαυόμενον.
ἄρτι γὰρ Ἱππώνακτος ὁ καὶ τοκεῶνε βαΰξας
ἄρτι κεκοίμηται θυμὸς ἐν ἡσυχίῃ.
ἀλλὰ προμηθήσασθε· τὰ γὰρ πεπυρωμένα κείνου
ῥήματα πημαίνειν οἶδε καὶ εἰν Ἀίδῃ. (Antología griega 7.408)
Pasen despacio frente a la tumba, no sea que despierten
a la punzante avispa que yace en su sueño.
Pues ahora el ímpetu de Hiponacte, que gruñó incluso contra sus padres,
acaba de quedarse dormido en el silencio.
Pero tengan cuidado, sus ardientes palabras
saben herir hasta en el Hades.
Una vez más, el poeta yámbico aparece en estos epigramas funerarios como un temible animal que yace dormido y que no debe ser despertado de su sueño. La invectiva yámbica es comparada nuevamente con el aguijón punzante de una avispa (πικρὸν σφῆκα) o con el gruñido de un perro (βαΰξας). En ambos casos, la amenaza latente es la de una herida infecciosa que puede contaminar el cuerpo de la víctima.
4. A modo de conclusión
A lo largo de este artículo se ha podido observar que, si bien no existen evidencias en las composiciones de Arquíloco e Hiponacte para sostener que la virulencia de la invectiva yámbica surja propiamente de la preeminencia de un fluido fisiológico, es decir, la bilis, las tradiciones biográficas posteriores, sin embargo, alimentan la imagen del poeta yámbico como un animal irascible, propenso a atacar en cualquier momento y a generar una herida nociva en quien se atreva a molestarlo. En la mayoría de los textos que hemos expuesto, esta agresividad aparece asociada explícitamente a la bilis que corre a través del cuerpo de esos animales o que se encuentra en la lengua misma de los yambógrafos; y, en algunos de estos retratos, esta bilis parece inocularse como un veneno en las víctimas yámbicas.
Consideramos que esta mirada fisiológica sobre el género yámbico aparece influenciada de alguna manera por escritos médicos, como los tratados hipocráticos acerca de los humores y los temperamentos, que sustentan ya hacia el período helenístico una lectura sobre la virulencia de los yambógrafos arcaicos a partir de su constitución biliar. La tradición que comprende la poética yámbica de esta manera ve en el suicidio de las víctimas, tales como las hijas de Licambes o Búpalo, la forma más lograda y exitosa del veneno inoculado por el yambo.
Referencias
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Notas
Recepción: 23 Julio 2023
Aprobación: 10 Septiembre 2023
Publicación: 11 Septiembre 2023